Saturday, May 19, 2012

Ballad for a Wild Lover




Wild into the wild,
little into the skin
of someone else's dreams,
and wild into the other's dreams
I creep down into the
very heart of things.

Wild, subsumed into
the supernaural,
absorted in the
appreciation
of hearts’ composition.

Wild into the wild,
winding into the wind,
dancing with the leaves,
I will leave my body
to get into your skin.

Like an enchantment,
like a charming spell,
I will get into you,
and you will get into me.

Wild into the wild,
naive into the sea,
precious under the rain,
you will find my voice there,
into the spirals
of timeless time.

Call me closer,
call me the closest
you can get.
Call me closer,
there's a place
there are places,
to see the sun rise
with eyes closed tight.

With eyes closed tight
I will find your skin
blooming into my hands.
and wild into the wild
I will let you breath me
completely
into your perfect
body,
to be the tiniest
of your whims.//

El Momento




Se sientan a la mesa,
frente a frente
como si nada pudiera pasar
por sus mentes frías de recelo
inmediato. La inmediatez
de un beso cala el silencio.
Miden sus movimientos,
el uno  el otro
perforando los segundos,
como uno a uno, como uno a uno,
contando, calculando.
Frente a frente, no saben
y no caben en ese instante.
Como quien quiere tocarse
pero sin vibraciones
de ningún tipo,
sin encontrarse
en ningún lugar
que no sea
el sentido común.
Conversan, sí, pero cada
palabra es un desafío mínimo
y una muralla para el siguiente tema.
Quién eres, qué sueñas,
con quién dormiste anoche,
cuantas almas han tocado tu sombra.
Pero nada ocurre,
son dos pequeñas estatuas
a la deriva del momento.
Ella no temblará más,
y él no la hará temblar más.
Terminan su té,
se van pero siguen allí,
y la conversación se repite
en ecos decibles,
en ecos indecibles,
en el momento preciso en que se amaron
se amaron en pasión y en pasión,
y de pasión en pasión
se fueron
y vuelve,
se fueron y vuelven
en el mismo momento
donde comenzaron.//

Nautas



Sola perpetúo el canto
de una vida de imperfección.
Son solo dos pasos
hacia una despedida
imperceptible.
Sola perpetúo un silencio
bastante cómodo
entre mi cuerpo y el mar.
A nadie se deja leer el alma
de un amanecer a otro,
pero déjame intentarlo
antes de que claree el alba.
Antes de que claree el alba,
cuando el frío sea tanto
que ya nada se pueda decir,
desconocido,
conocido,
por conocer,
sueño de otros tiempos.
La paz del alma es cosa
del viento.
Lo digo yo, que he vivido mucho tiempo
bajo los mismos portales
entumiéndome
solo pensando
en lo que podría ser.
Pero sé que bajo las historias
de otra persona
yo soy otra. El mar me hablará
tan claro, tan claro,
que podré por fin cantar con él,
irme con él,
que mi sangre sean olas pequeñas
pequeños fantasmas de vida
y los recuerdos sean el ritmo
el ritmo
el palpitar
de esta vida.
He de perpetuar antes esta voz,
que esta voz se desborde
porque así lo quieren todos
mis otros amores,
mis otros colores
y mis otros mares navegados
en la imaginación
de la infancia.
Déjame ser tu calma,
déjame navegar en silencio
tu océano de miradas al voleo,
que yo sabré guardar en mis pupilas
el susurro de los momentos
antes de que me vaya con el mar.
Que si el mar llora conmigo,
la vida está hecha,
no hay nada más que hacer
que dejarle a otra el turno
de mi portal.
Y saber que decir,
que el poema,
que mi canción es
un perpetuo oleaje
con un puerto escondido
en el horizonte.//

Un Vuelo




Presento al vacío mis dudas,
desde donde la ingravidez pueda decidir
armar puzzles
y someterme a sus propias reglas
y velocímetros.
Rápido, el alma corre
ávida, se alza su mar
ínfimo por sobre
el límite de la
respiración.
¿Qué son dos segundos sin alma?
¿Qué son dos sueños suspendidos
en el alba?
Donde retomas el aire,
el aeropuerto de tus ideas
es donde nace el vuelo
más impertinente que ha visto
cielo alguno.
Calla, entonces.
Déjate caer,
déjate soñar
por otros ojos.
Que te vivan otras vidas,
y resuelve el acertijo
en un desliz de la piel,
en un vuelo, planeando
llegar al sol.//

Una Noche en París




Si te instalas en las copas de los árboles
a las doce de la noche
verás cosas increíbles.
Cuando los reyes de los planetas vuelan
por sobre su ciudad de hierba y estrellas
a ras de tu cabeza
-pero sin despertar a nadie-
conversando en voz baja
de velocidades y palabras
que van inventando sobre la marcha.
Cuando las noches de París los llaman
a perderse en una o dos calles
de luces de túneles y sótanos.
Y luego, en esa misma copa de árbol
que ya hiciste tu observatorio espacial
te saludan los viejos investigadores
del cielo, que murieron hace un par
de siglos atrás, pero siguen viniendo
a sus copas porque se niegan
a no seguir observando.
Quizás, una vez que tú mueras,
querrás quedarte ahí,
tu espíritu seguirá trenzado
a las hojas de un árbol eterno.
Ellos te saludan, no te hablan,
son del aire, ya solo sonríen
y miran los pequeños trenes de cometas
y luciérnagas avanzar lento.
Las luciérnagas, te cuentan
sin mover los labios,
las luciérnagas son seres
tan frágiles, estacionarios,
se demoran mucho en cruzar la noche
para que su luz permanezca cantando
hasta el amanecer.
Y allí, en esa copa,
se te ocurre que quisieras
que nunca amaneciera.
Porque puedes ver en el aire
lo que sueñan todos los habitantes
de la ciudad, sus ingenuos episodios
de éxitos y miedos. Sus recuerdos.
Tu madre sueña contigo y te ves
como un espejo
en la copa de un árbol
algo melancólico.
No te gusta que tu madre sueñe contigo.
Te hace sentir demasiado infinito.
Y no hay tantos amigos
en otras copas de los árboles
desvelados por las estrellas pequeñas
que se desconciertan ante la música
de la ciudad dormida.
La reina de la luna te vuela los cabellos
en un salto mortal que hace en el aire.
Y la copa se estremece a su vaivén,
pero hace a las hojas cantar un poco,
en disgusto un rato,
pero su canto es pequeña paz.
Y en esa pequeña paz
tu alma de pequeña polilla demasiado despierta
se queda dormida, solo la mitad de ella,
la otra mitad seguirá en la copa,
viendo qué reinos se suceden al amanecer,
y en el día.
Y esa mitad
tratará de convencer a la otra mitad de tu alma
dormida
para que la noche siguiente la pasen las dos juntas
en la copa de un árbol
saludando estrellas
y vigilando sueños
en París.//