Y sin tan solo me acobardase?
Dejar ese piano retumbando en el aire.
Darme media vuelta
y no decirte nada.
Y no mirarte.
Y palidecer bajo mis miedos.
Deja que me sumerja en este mar
de incongruencias y silencios.
Déjame habitar ahí,
enraizarme para siempre.
Renunciar al brillo abrazante de tus ojos
y mentirme una vez más.
Y si tan solo me acobardase?
Dejar al sentimiento agonizando en la calle.
Tengo miedo, tengo tanto miedo
de tu sonrisa amable y de tu cordialidad
que no me atrevo
a quebrar mi temple hostil frente a ti.
Déjame ser cobarde
y ocultar mi cabeza en lo subterráneo
y volverme subcutánea,
drogarme con mis silencios.
Destrozar esa página en blanco
que me entregaste en esos infantiles días
para escribir una historia.
Un año, dos quizás.
El tiempo se hace grumos en mi sangre.
Declarar qué?
No hay nada que declarar.
Si tan solo me acobardase?
Una, dos, mil veces
como ya es costumbre.
No avanzar.
Simplemente no avanzar
ni un paso más.
Tapar mi cara con el sombrero
y enrojecer por dentro.
Dejar ese piano retumbando en el aire.
Darme media vuelta
y no decirte nada.
Y no mirarte.
Y palidecer bajo mis miedos.
Deja que me sumerja en este mar
de incongruencias y silencios.
Déjame habitar ahí,
enraizarme para siempre.
Renunciar al brillo abrazante de tus ojos
y mentirme una vez más.
Y si tan solo me acobardase?
Dejar al sentimiento agonizando en la calle.
Tengo miedo, tengo tanto miedo
de tu sonrisa amable y de tu cordialidad
que no me atrevo
a quebrar mi temple hostil frente a ti.
Déjame ser cobarde
y ocultar mi cabeza en lo subterráneo
y volverme subcutánea,
drogarme con mis silencios.
Destrozar esa página en blanco
que me entregaste en esos infantiles días
para escribir una historia.
Un año, dos quizás.
El tiempo se hace grumos en mi sangre.
Declarar qué?
No hay nada que declarar.
Si tan solo me acobardase?
Una, dos, mil veces
como ya es costumbre.
No avanzar.
Simplemente no avanzar
ni un paso más.
Tapar mi cara con el sombrero
y enrojecer por dentro.
Déjame acobardarme
y mutar como una extraña más,
perderme.
Entonces amargarme en llanto
y volver a afanarme, cegarme con mi oficio
de tejedora de ilusiones.
...Sí, poh. Y me acobardé. Y todos los San Valentín me acuerdo.