Melena despeinada,
en el aeropuerto se reúne con
las ideas que van y vienen, el punto cero,
el no lugar donde ella reza, naufraga
mientras observa el vaivén humano.
No puede sino tomar amaneceres entre
sus dedos de uñas pintadas color nácar
y susurrar cmo en un conjuro mágico-hechizo
que hoy será distinta.
Hoy encenderá fuego a los aviones
y a sus planes inconclusos
para que en la combustión hermosa
los malos amores se retuerzan
y fenezcan consumidos por su fuego
de hembra que finge ser frágil.
El sol en noventa grados, el sol y sus
tentáculos de luz abrasante.
La pista de concreto, y los aviones rozándole
las mejillas.
Los tacones resuenan como el tic tac
tragicómico del posible entorno de
su sonrisa. Del retorno de su alegría.
Claro, quizás se le antoja una marcha nupcial
con la nueva vida que cree, que jura
vendrá a sacarla de allí.
Y la mujer enciende piras inmensas alentadas
con alcohol, su perfume francés y las fotos
de sus amantes pretéritos, que en trozos
trazan por fin el olvido, por fin el degradé
del olvido.//