Mis dos yo juegan en el patio,
se tiran el pelo un rato,
mientras una diseña estrellas
la otra colisiona planetas,
que en polvo yacen a sus pies.
Y discuten de temas importantes,
siempre discordantes,
siempre sus corazones en la mano
dispuestos a la batalla.
Yo las miro rasguñarme la piel,
enjugo mis lágrimas en silencio
esperando que algún día
se sienten a tomar té.
A veces a medianoche,
me despiertan sus discusiones,
me piden decisión, extrovesión.
Yo les digo; ustedes simplemente
no pagan alquiler,
o viven sin molestarse,
o se va cada una a su planeta.
Y ellas me responden:
Sin nosotras no eres nadie.
Una cáscara de mujer
sin ideas, sin papel.
Mis dos yo juegan en el patio,
se rasgan sus vestidos de verano
defendiendo a Dios o a los poetas,
las ideas en probetas
o los juicios en acción.
Yo solo quiero mi corazón
en una pieza.
Lo quiero de vuelta íntegro,
no como polvo de peleas.
Quiero ser yo misma
quien diseñe y colisione estrellas
y un lugar para que habiten ellas
lejos de mi cuerpo
en franca extinción.
O que encuentren ellas
su propia solución.//
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