Inducir el hambre de notas
musicales
dormitando al interior
de pensamientos que explotan
explotan
en tu pecho.
Cada noche se levanta
un nuevo escapismo,
una nueva plegaria entre serpentinas:
entra en mi mundo
antes de que se acabe.
Entra en mi mundo
antes de que se mueran
mis ojos.
Notas desplegadas,
¿qué tanto hacen los músicos
que no despiertan a la hora
precisa?
Que mejor guarde silencio
su intrepidez.
¿Qué tienen entremanos
entrepiés
que prefieren el hambre a
la superstición?
Perseguirte siempre no es la idea:
prefiero guardarme en un rincón
sin luminarias,
y mirarte de lejos,
esperar a que me busques,
y que la falta de música sea
la principal excusa
para conversar.
Inducir el hambre de notas
musicales
despertando después de un universo
de cavilaciones,
a ratos desmembradas,
a ratos pausadas
para contemplar al amado
e improvisar una canción.//
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