Fingiré que cruzo como un ciudadano pedestre
el paso de cebra, y que de verdad me importan
los titulares escandalosos del caos económico.
Fingiré interés, fingiré desatención a la vez,
para luego seguir marchando al lado de los otros
con paso redoblado, quedo, pero acelerado.
Fingiré cegarme dentro de molestias burocráticas
de diseño de políticas, de discursos, de clases sociales.
De discriminación étnica y exclusión descarada.
Y fingiré que todo sigue igual, que en mi reino reina
la calma serena del cotidiano primario, ese que adormece.
Y caminaré, seguiré la fila, no me detendré.
Seguiré la fila y las buenas o malas costumbres del tránsito
a pie. Como testigo sordo de la monotonía y debacle central.
Una partícula más del bloque social.
Mas, de súbito, la rebeldía no se puede acallar.
Gritaré palabras obscenas, blasfemias nerudianas.
Correré en sentido contrario pisando preceptos añejos.
Y te llamaré por tu nombre, amor, ansiedad.
Me abriré paso entre estatuas de la valentía establecida
por leyes aprendidas en la infancia por institutrices.
Y te buscaré, por vez primera, te buscaré.
En un gesto, en uno solo sabrás que eres tú al que llamo
hasta desgarrar mi garganta y someterme al juicio social.
Y sabrás que ya no me importa romper señalética
y cambiarla por corazones.
Por un beso.
el paso de cebra, y que de verdad me importan
los titulares escandalosos del caos económico.
Fingiré interés, fingiré desatención a la vez,
para luego seguir marchando al lado de los otros
con paso redoblado, quedo, pero acelerado.
Fingiré cegarme dentro de molestias burocráticas
de diseño de políticas, de discursos, de clases sociales.
De discriminación étnica y exclusión descarada.
Y fingiré que todo sigue igual, que en mi reino reina
la calma serena del cotidiano primario, ese que adormece.
Y caminaré, seguiré la fila, no me detendré.
Seguiré la fila y las buenas o malas costumbres del tránsito
a pie. Como testigo sordo de la monotonía y debacle central.
Una partícula más del bloque social.
Mas, de súbito, la rebeldía no se puede acallar.
Gritaré palabras obscenas, blasfemias nerudianas.
Correré en sentido contrario pisando preceptos añejos.
Y te llamaré por tu nombre, amor, ansiedad.
Me abriré paso entre estatuas de la valentía establecida
por leyes aprendidas en la infancia por institutrices.
Y te buscaré, por vez primera, te buscaré.
En un gesto, en uno solo sabrás que eres tú al que llamo
hasta desgarrar mi garganta y someterme al juicio social.
Y sabrás que ya no me importa romper señalética
y cambiarla por corazones.
Por un beso.
1 comment:
Prometeo robó el fuego, y lo olgaron en el pico más escarpado del párnaso.
Ah, eleterno disidente, el ladrón del fuego.
Potente, potente. Muy potente.
Saludos de su futuro ayudante (ojalá!)
Post a Comment