Te
toco el hombro, no me respondes.
Me
tocas el rostro, parcial frío,
trémula
conciencia de lo perdido.
Somos
dos extraños tentando
el
último rayo de sol.
Perdidas
las sombras, nada no es posible,
ni
tanto manifiesto, ni tanto manifiesto,
que me
dices bajo la luna,
la
gota de lluvia
de una
tarde aparte.
Le
nuit, le faux nuit,
a
quién engañamos
si ya
todo está perdido.
Las
puertas se cierran,
las
alas se desprenden de nuestros ojos,
esta
es la realidad.
Volverás
a recorrer las calles descalzo
y yo
volveré a tejer mis peripecias
recordando
que alguna vez te conocí,
recordando
que alguna vez soñamos
con la
muerte.
Quien
cuenta la ignorancia del entonces
suele
ser quien tiene
más
alma,
pero
ninguno abrió los ojos a tiempo,
ninguno
dio espacio al momento
del
silencio, al beso de los pequeños sueños,
al
suelo, al suelo
y al
silencio de nuevo.
Puede
ser que yo te ideé en mi espacio,
recorridas
las calles, ya nada
fue lo
mismo,
y
ahora te mutilo
como a
mi propia creación.
Te
ruego también te lleves el eco
que
queda rondando en mis huesos
que me
recuerdan esa tarde como estatuas,
como
planeadores imparables,
irresponsables
en el acto,
simples
en el momento.
Falling,
falling,
ninguno
se planteó caer,
pero
aquí estamos, aves heridas,
aves
congeladas bajo el sol de invierno,
sin
control.
No
invoques mi nombre,
que no
iré a buscarte.
No
guardes mis palabras,
que
gangrenarán tus manos,
cubrirán
tu alma
y la
harán pordiosera
de
luces engañosas, mentirosas,
guardianas
celosas
de una
vida que no es tuya.
Pero
si me dejas recordarte...
creo
que yo siempre guardo un rincón
en el
corazón
para
lo inconexo.
Si
buscas guarecerte bajo mi piel,
solo
tengo esa esquina,
llena
de fantasmas,
para
ti, fantasma loco,
fantasma
soñador,
que
alguna vez me hablaste de poesía,
y hoy
eres sal de frases
que
nunca quiero volver a escribir,
pero
que se alojan en sueños y gestos
que
solo quieren salir,
que
solo quieren buscarte
como
en una dulce mentira,
en una
ciega extrañeza
de un
vivir paralelo.//
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