Thursday, June 21, 2007

Los ojos de Heredia.

Podrías quedarte.
Alimañas voladoras consumen mis emociones.
Porfa, quédate un rato más
y ayúdame a soportar la oscuridad
de los callejones sin faroles
y los bares de mala muerte
llenos de cumbias y vino agrio.
Y mis desoladas calles
con gente más desolada aún.
Mi querido forastero, un día más no te hará daño
y me salvarás del yugo
de la trivialidad cotidiana
entre chucherías chinas y ropa usada
y caras descontentas y silentes
con ojeras e ilusiones deshechas por el libre consumo.
Quédate a mirar el cielo desteñido
y a escuchar la melodía del tráfico en las horas peak.
Unamos soledades.
Derrotemos la maldición de la cultura posmoderna.
Quédate así, sin pensar en nada.
Sin máscaras ni obligaciones laborales
y bebamos en el Touring una cerveza fría
mirando las penas cotidianas de los traunseúntes
y nuestra propia felicidad, pequeña,
hoy sin reloj,
hoy sin pasarnos la cuenta.

Con tus ojos el asfalto se ve azul.
La soledad de mi oficina contigo, el paraíso.
Tenemos a Balzac y a Hemingway como testigos
de que hoy y solo hoy
descubrimos un sucedáneo del amor eterno
que ayuda a superar la transitoriedad.
La ciudad es así, triste,
el espacio es breve
y el polvo ingente.

Quédate.
Disfrutemos el vértigo de la fugacidad
de un beso y algo más.
Es solo un día, entiéndeme amor.
Un día, un carpe diem.
Mi máxima meta es llegar viva al otro día.
Quédate para descubrir
que no sabré retenerte,
que pronto te irás.

Porque he escarbado en los agujeros más putrefactos
de la sociedad corrompida y corrupta.
He bebido sangre
y he tenido citas con el mismísimo demonio.
He descubierto enigmas
que ni el mismísimo Dios imagina
y lejos de la utopía llamada justicia.
Pero no sé...no sé
cómo conservar el amor
ni dar muerte a mis peores enemigos:
la soledad y mis lucubraciones.

No. Mejor no te quedes.
Vete mientras puedas.
Simenon te va a desagradar.

...Regreso inesperado al mundo real, entenderán. Animos decaídos, ojeras, mal humor y notas insatisfactorias. En fin.
¿Quién es Heredia?...Sumido en una modesta oficina en la intersección de Aillavilú con Bandera, cerca del Mapocho, del Mercado Central y de la Piojera, ejerce como investigador privado de mala muerte, a cuyas manos llegan casos tan insignificantes como viejecillas que han perdido sus canes, o jovencitas fugadas de sus casas en compañía de sus novios. O detenidos desaparecidos. O asesinatos en los que la justicia chilena no repara o no presta atención. O casos en los que la corrupción y los negocios sucios hieden más que los borrachos de los bares que Heredia suele frecuentar. Heredia busca constantemente los restos de justicia en la sociedad conformisto-consumista de los años ochenta, noventa y dos mil, pero no la justicia de papeleos y abogados caros, sino la de los márgenes del sistema, para la gente que vive en ese margen, olvidados por autoridades y la sociedad, crímenes ocultos que esconden algo. Esa es su meta en la vida, en realidad, no posee ninguna meta, solo intenta hacer lo que su corazón le dicta, o simplemente ocupar su tiempo en algo. Ni él mismo sabe lo que siente. Es un ser melancólico por naturaleza, desconfiado, escéptico y pesimista. Pero sensible y simple. Desdeña por completo la cultura consumista chilena y la posmodernidad vacía y descorazonada. Ama su barrio, sus arrabales y su gente triste y simple, pobre y desesperanzada. El borracho, el mendigo, el vendedor ambulante y el quiosquero son sus personajes favoritos. A pesar de amar su barrio prefiere mil veces la soledad. Es un ser en extremo solitario. Y como dije antes es simple: gusta de buenas novelas, de la música de Mahler, de una buena copa de licor, de pensar a sus anchas entre cuatro paredes mirando a los santiaguinos por su ventana, de ir al Teletrak a apostar al caballo más loser (decir que su equipo de fútbol favorito es uno de Magallanes) y conversar con su gato Simenon, que actúa las veces de conciencia y buen consejero para resolver los casos más intrincados. Es su única compañía, ya que su experiencia en el amor es amplia en fracasos, nadie va a quedarse con un tipo que solo piensa en pasar el día, sin aspiraciones ni ambiciones, sin intenciones de nada serio...
En este poema quise mostrarles a mi personaje favorito, él que me ha ayudado a ver las cosas desde otro cristal, a vivir la melancolía como algo inherente a ti mismo, y, aunque suene contradictorio, lo leo cuando estoy más bajoneada, y eso me da ánimo...es medio raro, pero en fin. Agregar que su creador es el escritor chileno Ramón Díaz Eterovic, y recomendarles mucho la serie de libros (que a estas alturas ya son doce). Y aclarar que en este poema la voz del hablante la tomo yo, es como si yo fuese Heredia.
Saludos a todos los que pasen por aquí, me algro de por fin volver a postear y espero hacerlo más seguido...más de un mes que no posteaba!
"Emborrachémonos, gato. La soledad no es un buen negocio" (Heredia, Solo en la oscuridad)
R.E.M._Daysleeper.

3 comments:

Honey said...

Camylis, de verdad me encanto este poema, en toda su forma y contenido, entiendo perfectamente porque lees a un tipo melancolico y a veces depresivo y que te de animo, y eso es muy interesante. Las cosas no son tan malas cuando las miras desde otra ventana y si algo te ayuda a encontrar la ventana que te satisfaga recuerda que siempre contaras conmigo para lo que sea, para escuchar, para hablar, para hacer gestos, para hacerte reir, al final ese dia igual te alegre un poco, cierto?, me alegro de que sea asi, recuerda que pasara, de una u otra forma, recuerda: "no hay mal que dure cien años", y yo siempre estare ahi para que paresca menos tiempo. amiga, eres lo maximo, se te quiere mucho, animo y fuerza.
good bye.

Camilo Espinoza said...

es bakán la piojera.

AnaR said...

Todo me recordó esa canción tan actual...Acómpañame a estár solo..

Un abrazo y rebienvenida de nuevo