Conocimos a un señor peculiar
Durante una pequeña luna nueva con retazos de agonía
entre los dedos.
Este señor nos dijo, con voz de oruga nos dijo
“cuidado con los años felices, cuidado con los vientos tibios”.
Así, perdido entre sueños en flor, entre días en germen
Se puso a cantar con nosotros una canción que hablaba de
Que hablaba de obituarios y amores que retrasan su marcha.
Llevaba en los bolsillos flores secas de alhelí y magnolia.
Me regaló una, y yo la prendí entre tus pensamientos.
“Cuidado con los años felices, cuidado con los vientos tibios”
Tú lo entendiste, pero mi mente limitada me negó la comprensión.
El señor, ni harapos ni galas, marchó en dirección opuesta,
Brillaba con una luz opuesta a nosotros. Ni sencilla ni opaca.
Tendiente a la siembra de besos entre tu pelo,
Recibí las alertas del señor como cólera sempiterna,
Quizás disfrazada.
No te preocupes, me calmaste.
Y prendiste un suspiro entre mi voz violácea.
El día siguiente nos trajo la nueva de la muerte de este señor.
Blas, creo se llamaba, vivía en medio de la calle.
Quizás en un subterráneo pasaje de un arrabal.
Me abrazas como asiéndote a la vida,
Te abrazo como asiéndome a la irrealidad.
Lo cierto es que temí a la muerte como a un arma creada
Por extremistas mentirosos. Pero temí más en sus palabras.
Pude ver su ataúd en mis sueños, estuve en su funeral.
No había nadie, salvo pájaros picoteando algunas de las flores
Que rodeaban el ataúd del señor.
Me acerqué con las mismas flores secas que guardé entre mis sesos
Años atrás. Horas atrás. Versos atrás.
Y busqué su cara palidecida por el velo blanco de la muerte de
La carne y el espíritu.
La busqué, secretamente había esperado verla toda mi vida.
Pero no lo encontré. Tránsfugo el aire que me envolvía
Como en una ficción mal contada.
No estaba.
Salí, y solo estabas tú.
Eras tú y tu luz de roqueríos sin término.
Estabas tú ahí para decirme
Durante una pequeña luna nueva con retazos de agonía
entre los dedos.
Este señor nos dijo, con voz de oruga nos dijo
“cuidado con los años felices, cuidado con los vientos tibios”.
Así, perdido entre sueños en flor, entre días en germen
Se puso a cantar con nosotros una canción que hablaba de
Que hablaba de obituarios y amores que retrasan su marcha.
Llevaba en los bolsillos flores secas de alhelí y magnolia.
Me regaló una, y yo la prendí entre tus pensamientos.
“Cuidado con los años felices, cuidado con los vientos tibios”
Tú lo entendiste, pero mi mente limitada me negó la comprensión.
El señor, ni harapos ni galas, marchó en dirección opuesta,
Brillaba con una luz opuesta a nosotros. Ni sencilla ni opaca.
Tendiente a la siembra de besos entre tu pelo,
Recibí las alertas del señor como cólera sempiterna,
Quizás disfrazada.
No te preocupes, me calmaste.
Y prendiste un suspiro entre mi voz violácea.
El día siguiente nos trajo la nueva de la muerte de este señor.
Blas, creo se llamaba, vivía en medio de la calle.
Quizás en un subterráneo pasaje de un arrabal.
Me abrazas como asiéndote a la vida,
Te abrazo como asiéndome a la irrealidad.
Lo cierto es que temí a la muerte como a un arma creada
Por extremistas mentirosos. Pero temí más en sus palabras.
Pude ver su ataúd en mis sueños, estuve en su funeral.
No había nadie, salvo pájaros picoteando algunas de las flores
Que rodeaban el ataúd del señor.
Me acerqué con las mismas flores secas que guardé entre mis sesos
Años atrás. Horas atrás. Versos atrás.
Y busqué su cara palidecida por el velo blanco de la muerte de
La carne y el espíritu.
La busqué, secretamente había esperado verla toda mi vida.
Pero no lo encontré. Tránsfugo el aire que me envolvía
Como en una ficción mal contada.
No estaba.
Salí, y solo estabas tú.
Eras tú y tu luz de roqueríos sin término.
Estabas tú ahí para decirme
“Cuidado con los años felices, cuidado con los vientos tibios”.//
1 comment:
wow, you amaze me girl. no me suele gustar la poesía. me gustó mucho esto. no se si sea poesía, pero aunque lo fuera, me gusta.
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