La imagen es recurrente.
Su halo de bastardía ya es parte de mi
taza de café con leche en la mañana.
Entre súplicas y piedades en bidirección
comprometo el alma en ser diferente.
Pienso en las mismas cosas que se calientan bajo
el sol, las aves que se derriten en noches de tormenta
y tiemblan ya escondidas en sus cuevas de entretechos altos
como atalayas celestiales, altos.
La vigilancia es extrema y no podemos hacernos los tontos.
Las atalayas repletas de golondrinas y fénix son el punto
de los ojos eternos para volar sobre nuestras cabezas.
Pienso en esto mientras palpita el alma
en medio de la calle.
Y lloro un poco, pero solo lo indecible.
Solo lo que mi alma de outsider me permite.
Cantas bajo el tiempo sin darte cuenta de los peces
bajo tus ojos que remiten al pasado.
Cuentas fijas bajo el armazón del orbe tuyo, y
ya no eres capaz de sembrar sombras bajo los tuyos.
Pienso en esto con el alma al filo de la pasión.
Me escribo diferente entre las multitudes con alma
como casi aprisionada bajo las pantallas y las fotos
y los anuncios y los titulares y las cosas de costumbre
que a nadie llenan. A nadie calman más.
En otros tiempos solía sollozar al igual que tú frente
a la lluvia ácida y la ciudad empapada en esa fluorescencia,
en esa escencia proscrita a la belleza de dios.
Pero hoy yo soy el outsider.
Vuelvo a casa, no hay mucho que decir.
Hay mucho que huir, mi buen amigo.
La imagen es recurrente,
su halo de bastardía ya es parte
del libro que leo antes de acostarme.
Y como si la ciudad se vuelve el oleaje rompiente
a los pies de mi cama
pienso en las medusas que vienen a parar a mis ideas
buscando alergizar su médula,
poniendo una bomba de tiempo entre mis cosas
y las tuyas.
Pero hoy mi sueño se trata de un outsider
que a saltos se escapa de las estaciones
para simplemente ser
diferente.//
No comments:
Post a Comment