Como las voces se puedan escapar,
quien posee la fuerza para detener
el sonido,
se arriesga al frío
del silencio inmortal.
La princesa del silencio
extiende su mano a las aguas
para darle a los peces
fragmentos de palabras
sin sabor, sin tenor, sin temor
a las represalias del hielo.
Oh, pequeña.
El hielo
es el peor suplicio.
Princesa del silencio
y sus batallas álgidas
dentro de botellas vacías.
El mismo show de encerrar diálogos,
echas al viento a correr a otro lugar,
pides clemencia,
y entonces todo se congela.
Oh, pequeña.
El hielo
es el peor testigo.
Las voces permanecen hundidas en el
horizonte,
quizás el sol las remonte en el cielo.
Algún día, pequeña luz se retoma
dentro del escape de una palabra.
Una sola! No alcanza a ser maniobra
esto de cambiar lo que se dice,
significantes en prohibido,
en hielo.
Oh, pequeña.
El hielo
es el peor enemigo.
Congela las palabras
y en la mente siberiana
cantan
se silencian
cantarán
hasta el día de tu muerte.//
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