Hoy me siento frágil, frágil
como un arco de papel retando a la
tempestad de ventarrones acuáticos.
Una pequeña taza de té no me haría mal,
un poco de campos de girasoles
y tu abrazo así como quien no pide nada,
ni espera nada,
pero tú llegas y te escurres entre mis
pequeños sueños
y me abrazas.
Puede ser que se repartan por el aire
en mil trozos equivalentes
mis esperanzas en relativa estancia,
en inarmónica presencia. Y me haga
frágil, frágil, y me acurruque en un rincón
oscuro, oscuro, recordando en lo que creía
de chica, los monstruos de lodo y ceniza
y las lágrimas sin motivo alguno.
Sin motivo alguno.
La gente cree aún en esas cosas, en ese
retornar de la debilidad en noches, en días
sin nadie que se siente a la mesa
a comer contigo, ni nadie
a quien contar la anécdota del barrio.
Y haciendo burbujas de jabón
me sentí como una de súbito, me sentí parte
de un frágil mundo de cosas infantiles,
cuerpos de películas delgadas y aire.
Hoy que desperté con los ojos entornados
a mi cuerpo, y descubrí escamas rojas
en mi piel, y pies demasiado pequeños,
demasiado pequeños como para seguir caminando
por calles empedradas, poco amigables.
Muy poco amigables.
Somos nosotros que con la mirada frágil,
como hilillos de plástico, espuma, agua destilada
engendramos cosas débiles de temple,
pequeñas, pequeñas que se pierden.
Así como una mujer jugando a ser niña.
Así como yo hoy
cuando le dije al desconocido que iba a mi lado
en la micro
me siento frágil
y él me dijo
sin dejar de mirar por la ventana
me dijo
yo igual.
Yo igual.//
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