Friday, August 17, 2012

La línea de la vida





Puede que alguna vez
algún hada haya bajado de sus pétalos
en alguna tarde perdida de primavera
y me haya explicado, bien cerca al oído,
bien despacio y calmado
la línea de mi vida dibujada
azulada en la palma de mi mano.
Y yo siendo muy niña,
muy poco insolente,
solo la haya escuchado
para olvidar al segundo siguiente
la profecía.

Quién sabe cuántos espejismos guarda
el sol de primavera.

Y cuando te encontré,
cuando te encontré,
volví a mirar la palma de mi mano,
intentado recordar las palabras
del hada importuna,
pero no pude
no pude recordar nada: era como si
una antigua vida yaciera
bajo una nueva vida.
Entonces algo nuevo danzaba entre mis venas,
y ya no era esa palma la misma,
la gobernaban otras carreteras,
súper carreteras veloces eran sus líneas,
era vértigo,
pero sobre todo amor.

Quién sabe cuánta sabiduría
hay en no mirarse las palmas de las manos,
que las líneas se hacen solas,
las líneas se hacen de viento.

Y parte, parte, cielo y mar,
se fueron armando las líneas de mi mano,
fui conciente de algo más grande
cuando sentía las estaciones
pasar por nuestro abrazo.
Un álbum de fotografías,
un lago donde reflejarse,
un anhelo pequeño sentada bajo un árbol.
Cuando dormías se me ocurrió
que tal vez también debía
vigilar las palmas de tus manos:
ver los caminos conjugados.

Quién sabe cuánta fe
hay en no mirar el destino del otro,
sino en esperar con fe del silencio
el paso del tiempo,
que el amor lo hará todo.

Eso me dijo Dios en un sueño.
Prometí solo sentir la sangre
corriendo por mis venas,
alimentando los caminos de las
líneas de mis manos,
esperando que tu sangre
dibujara los mismos caminos
en tus manos de hombre.

Quién sabe...
Sabemos que vamos bien.//

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