Devengo en latidos, me intrigo en los segundos
en que espero un vuelco del viento
entre mi sangre y el mundo.
¿Vendrá alguien por mí hoy?
Los portales abiertos, mis brazos abiertos
a la suerte de un reflejo de compañía.
A la vista de la cercanía
de otro cuerpo en diálogo con el mío.
Me ataca una ansiedad de lirios,
oigo el llamado cercano, tibio.
Acertado a mí, mi propio destinatario.
Asilópata me denominó Dios,
asilópata como un crimen a cometer.
Asilópata de un ruedo inmio-pasivo
a la espera de un silencio vivo.
¿Vienes? ¿Vienen?
Al otro lado las aguas diamantinan
como refugio a mi cuerpo aterido.
¿Pero quién, quién…?
Alguien me está llamando
mientras la sombra de mi ansiedad
clava mis zapatitos al suelo.
¡Claréate al sol! ¡Vuélvete verdad!
Una asilópata busca tan solo dos nubes,
y yo ya te reservé la tuya, ahí, nuestras
nubes como espejos al aire.
Como espejos al aire.
La voz se diluye, oigo cómo en el tiempo
se deglute, y yo tiesa en el despavor,
tiesa en el sopor,
soy asilópata engañada,
asilópata perpetuamente engañada.
Como una marca totalitaria
soy asilópata engendrada
en el responso de soledades
deshilachándose
dentro de mis ojos
que cuentan,
enferman,
cuentan,
reiteran,
cuentan
pulsos ajenos.//
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