-No me niegues la última gota.
Pero, quité la fuente y la incineré
en un carnaval de luces bajo la lluvia.
- No me dejes, nunca me dejes.
Alguna vez me pregunté qué hacer,
y dudé la verdad de las palomas,
pero la cruzada del tiempo y sus sirenas
me comprenden, me enlazan a la vida,
me contienen, y entonces
todo lo que sale de mí es un no.
-Las cosas pueden ser diferentes.
No bajo el implacable concepto del infinito.
Temo a lo infinito, temo a lo posible.
Es por eso que hago nacer desiertos en
el alféizar de mi ventana.
Y cuando me buscas ya no me ves,
y las serenatas caen en desahucio, en oídos
secos. No, ya no clames más.
No clames más. No es el momento.
- Pero sí. Me amas. Lo veo en tus ojos.
Ellos solo claman al silente, por favor.
Ellos se regocijan instigando bordes,
instigando otras miradas que caen perdidas
al suelo, y todos las pisan y nadie jamás las vio
y se pudren, pudren, pudren.
No significaron nada para nadie.
- Tú eres la razón. Tú.
Pero, mi piel se desgrana en versos
cada vez que me tocas. La voz es la misma,
pero te oculté cosas, planeé circos donde
simplemente fragilicé todo.
Ya no.
Ya no me creas.
Ya no me creas nada.
Ya no me creas nada de lo que digo.
Ya no me creas nada de lo que digo
cuando estás tú.
Se acabó.//
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