Había bibliotecas con signos indescifrables,
y uno a uno, el encierro acomete
cuando pruebas en tus labios confusa
pereza y diestra inarmónica presencia
en la soledad.
Y aunque parecían espacios pulcros
había tormento entre páginas manuscritas
que repasé una a una, y una a una
me fueron gritando al oído hasta dejarme sola,
inconexa. Yo, el evento fortuito de la carne
y la movilidad.
¿Y pueden haber tinieblas más densas,
más pobladas de pelusas negras que se pegan
a tu vestido como parásitos, y te dejan
ciega, una a una, ciega?
Espacios desocupados, pero ni el aire entra
por miedo. Espectros de niñez muertos
a mis pies, el ofrecimiento a la victoria
de la tiniebla, de la tiniebla corpórea, la tiniebla
colosal.
Pero
me faltó leer las últimas páginas,
me faltó completar el espacio con algo más
que seres vivientes hechos de pura lágrima y sarcasmo.
Me faltó
respirar y eliminar falacia
y saber
nada más saber
que tú me amas.//
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