Entonces rayo una pared, una puerta,
un poco de cielos de otros mundos y ya.
Canto despacio, despacio, cosa que nade me entienda
que estoy triste
y que no puedo volar más.
¿Cuántos labios secos he besado ya?
Y quizás me arrepienta, pues no acudí
con devoción. Y fui infeliz, si es eso
a lo que se refieren los días con muy
pocas nubes. Sí. Infeliz.
Y con cada acorde se silencia una pieza.
Un parpadeo cae sin misterio alguno.
Y algo tienta al aire para que corra
más frío y más desnudo.
Entinto un sueño que era como una cinta
en escala de grises. Dibujo un sol
que nadie conoce. Pero aún así
me siento infinitamente solo.
Apurado por notar cosas
que solo y simplemente ya olvidé
allá atrás, cuando niño.
Y canto una guitarra de futuros anhelados.
¿Habré soñado pesadillas anoche?
Hay un sabor de cosas sin decir
que se esconden sin sorpresas
tras la garganta.
Entonces todo va sabiendo
a viejos cuentos, viejas penas.
¿Cuántas almas secas he visitado ya?
Las suficientes como para ya no creer
ni en mi CI, ni en mi desayuno
ni en cuando digo “me rindo”
y a la mañana siguiente
simplemente
vuelvo a cantar.//
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