Me isolé en un hotel esperando un paquete
que nunca pareció llegar.
Nunca vi los halcones plateados llegar.
Las sombras siemprecambiantes retornan,
y es la nube en la piel, las bodas ajenas
lo que me hace desvelarme, dejar de crear,
dejar de intentar por más que las flores se abran
y me canten al domingo la misa.
Y tiñan de glítero el aire en la brisa.
El tiempo se emborracha, el tiempo se retuerce
en su propia ideología acéfala, se ufana
de contraer y volver mi espera malsana.
Contiguas fábricas de armamento incongruo,
oh, no entiendo tu pereza, hombre sin alas.
En este hotel de ventanas grandes, paredes
de grueso estambre yo cubro imaginería.
Cubro imaginería como si se tratase de un robo.
Como si se tratase de un sueño fotofobo.
Constancia me piden las polaroids, constancia
en estos zapatos de charol roído
y ganas de guardar mis labios entre algún vicio,
entre algo más vivo que la espera en el intersticio
de este tiempo, de este hotel, de esta calle aérea,
de esta mujer deseando ser etérea.
Y no sé de qué campos salió el ángel del que
me enamoré como una tonta, como solo mi requiebro
podría haberlo hecho.
Solo sé que espero un paquete con su nombre,
en un hotel que nada tiene de cielo.
Y necesito reunir cierto número de desvelos
para volver a ver el sol.//
No comments:
Post a Comment