Se me acabó el saldo de amor. Ayer
una adivina marcó una crucecita en mi cuello.
Me hizo cosquillas. Comprendí que
ya nada me salvaría de los arcanos
lanzados sobre mi cuerpo sin malicia eso sí,
sin malicia. Esto me lo merecía.
Debía ya saber dormir con las pupilas vacías
como esperando llover.
Y se me acabó el saldo de amor. Mañana
presiento será un día de vacíos. No sé.
Alimentar palabras con migas de pan
en una plaza. Y descubrirme a mí misma en un acto
ciertamente desesperado. Pero me lo mereceré.
Si el tiempo juega con mis pestañas tiesas
que así sea. Que se queden tiesas por
la eternidad.
Y revoloteando, fingiendo jugar, ocultando resacas
de milkshakes en cafés literarios escuchando poesía
sola. En una mesa, yo sola. Revoloteando
como llevada por el gentío acelerado, voy
reconstruyendo, rearmando el cuento, álgida la batalla
contra la mendicidad de sueños, pero en eso
pienso que sí tengo amor, ahora no del tipo
que tú esperas. No de la ralea que tú deseas.
Sorry about that.//
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