Mr Chaleco de Lana
mira a todos lados solo para encontrar
resquicios de sonrisas en alguna cara.
Quizás se haya encontrado con la mía, y yo
ante la perspectiva de calma y soledad
proyectada por su mirada, me azoré,
bajé la vista
y procuré ignorar su baile, mientras
en el ajetreo del viaje
de a poco mis células sincronizaban con él.
Vestía un chaleco de lana de alpaca,
y en los bordes animales altiplánicos que como
en un documental caminaban incansables
por mesetas vacías, donde el sol
se pone muy temprano y solo te quieres
abrazar a algo, abrazar a alguien.
Por mi rabillo pude distinguir su fuente
de música cósmica que lo hacía rodar en vaivenes
perpendiculares al suelo, incluso entonar
dialectos extraños.
Por el rabillo, porque me daba miedo
enfrentarme a su chaleco, le seguía la pista.
Y si su tramo era igual al mío.
Mr chaleco de lana
abordó el mismo tren que yo. El mismo vagón.
Y si lo celestial no existe, bueno, fuie mi idea
mi propia ilusión la que hizo que imaginara
su mirada entornada en mi figura discreta
y desgarbada de robasueños.
Las distancias fueron mínimas, travesaños
milimétricos, travesura de mis pies inquietos.
Estaba tras él mirándolo en reflejos de espectros,
en hielo como espejo, aire como espejo.
Y empezamos un sencillo juego de causas asimétricas
porque no entendí si ese empujón
fue adrede o paraverbal.
Lo secundó otro, y una graciosa secuencia
me hizo pensar en que quizás
existe lo celestial.
Y que Mr chaleco de lana, rey del altiplano
y los fonos cósmicos
se había fijado en mi inusual ralea
como yo me había percatado de la suya.
Y a pesar de que la estación destino fue la misma,
multitudes que lo buscaban
se atravesaron groseras frente a los dos.
Tuve que volverme aérea, y en un haz de aire
pasé a la multitud y volví a su lado, justo en el cruce
justo en el cruce de las vías binarias,
que como un millón de hilos en una madeja
dejaban la posibilidad de cualquier camino abierta.
Y el tomó un camino, yo tomé otro.
No pude desdecir a los ángulos opuestos,
y lo dejé ir.
Mr Chaleco de Lana se fue lejos
con sus fonos solares y su altiplano de lana
se fue.
Y yo me fui a clases mientras el día gris me abrazaba
como me hubiera gustado que me abrazara él.//
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