Thursday, March 25, 2010

Mr Chaleco de Lana

Mr Chaleco de Lana

mira a todos lados solo para encontrar

resquicios de sonrisas en alguna cara.

Quizás se haya encontrado con la mía, y yo

ante la perspectiva de calma y soledad

proyectada por su mirada, me azoré,

bajé la vista

y procuré ignorar su baile, mientras

en el ajetreo del viaje

de a poco mis células sincronizaban con él.

Vestía un chaleco de lana de alpaca,

y en los bordes animales altiplánicos que como

en un documental caminaban incansables

por mesetas vacías, donde el sol

se pone muy temprano y solo te quieres

abrazar a algo, abrazar a alguien.

Por mi rabillo pude distinguir su fuente

de música cósmica que lo hacía rodar en vaivenes

perpendiculares al suelo, incluso entonar

dialectos extraños.

Por el rabillo, porque me daba miedo

enfrentarme a su chaleco, le seguía la pista.

Y si su tramo era igual al mío.

Mr chaleco de lana

abordó el mismo tren que yo. El mismo vagón.

Y si lo celestial no existe, bueno, fuie mi idea

mi propia ilusión la que hizo que imaginara

su mirada entornada en mi figura discreta

y desgarbada de robasueños.

Las distancias fueron mínimas, travesaños

milimétricos, travesura de mis pies inquietos.

Estaba tras él mirándolo en reflejos de espectros,

en hielo como espejo, aire como espejo.

Y empezamos un sencillo juego de causas asimétricas

porque no entendí si ese empujón

fue adrede o paraverbal.

Lo secundó otro, y una graciosa secuencia

me hizo pensar en que quizás

existe lo celestial.

Y que Mr chaleco de lana, rey del altiplano

y los fonos cósmicos

se había fijado en mi inusual ralea

como yo me había percatado de la suya.

Y a pesar de que la estación destino fue la misma,

multitudes que lo buscaban

se atravesaron groseras frente a los dos.

Tuve que volverme aérea, y en un haz de aire

pasé a la multitud y volví a su lado, justo en el cruce

justo en el cruce de las vías binarias,

que como un millón de hilos en una madeja

dejaban la posibilidad de cualquier camino abierta.

Y el tomó un camino, yo tomé otro.

No pude desdecir a los ángulos opuestos,

y lo dejé ir.

Mr Chaleco de Lana se fue lejos

con sus fonos solares y su altiplano de lana

se fue.

Y yo me fui a clases mientras el día gris me abrazaba

como me hubiera gustado que me abrazara él.//

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