Il pleut.
Frente a mí las esculturas bailaban
apuntando cielos entre los que yo misma
desvié el camino, porque me fui
a cortar flores a jardines
prohibidos.
Il pleut.
Sus lágrimas jugaban con las mías
en el aire. El alma cuajaba
en el fondo de mi tórax. Hasta
mis muñecas en sus trajes de fiesta
lloraban. Las cosas podrían
haber sido más sencillas. Me dije.
Me convencía mientras su cabeza
buscaba cobijarse entre mis brazos
que dudaban, murallas de cristal,
burlaban
su aura de amante y la mía de
indefensión.
Il pleut.
Qué hace una niña cuando ve a un
niño llorar, cuando se triza la armadura
y la fragilidad florece blanca y azul.
Blanca y azul, entornada y abrazante
entre dos almas
escindidas, portales disímiles a
mundos diferentes.
Nunca más volveremos a estar juntos.//
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