Imperativo y reforma.
La verdad de la infamia, la cruz
en el pelo y la noche como cantante
en celo de las propias taras.
Imperativo y reforma.
El doble paso hacia atrás, el tropiezo
a propósito, el trapecio al revés solamente
por capricho y las volteretas entonces
resumidas por el escrúpulo de la caída
mirada por ojos en veneno.
Imperativo y reforma.
¿He de caer nuevamente apresada
como rata por la misma tramposa
secuencia? Mis manos en tinta azul,
yo sé que no quiero regresar,
pero siempre me encuentro con la
inanición del alma puesta a prueba.
Imperativo y reforma.
Obligame a cambiar, obligame a
posar erguida ante la vida. Con el desierto
entre mis manos y sin doblegar
lo que creo.
Imperativo y reforma,
seducción de la mariposa en el oído,
clama a la fragilidad el espacio en el aura,
el sonar de pasos que se retoman,
el sonar de campanas que advierten
cadenitas en los dedos que apenas
se esbozan, que apenas se adosan
a las venas, pero la palidez avanza
y ya es muy tarde para pestañear.//
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