Thursday, January 6, 2011

Bóveda Celeste

Recursos son pocos cuando se quiere construir

una bóveda celeste propia

en el jardín del imaginario personal.

Siempre me lo pregunté, leí manuales

encriptados y escuché a curanderos,

pero nunca tuve la esperanza

de construir ninguna. Tenía flores,

tenía estrellas acumuladas desde que tenía

tres años, porque una vez ellas me hablaron

y voluntariamente aguardaron en mis cajas

a que les construyera su nuevo hogar.

Nunca lo construí porque de una u otra forma

el miedo aguardaba en el jardín de noche,

y yo tenía miedo del Miedo.

Eso era. Siempre temblaba a medianoche.

Las flores se secaban, las estrellas desesperaban

y su luz destilaba fuego que envolvía la ceniza

de la espera mientras yo me perdía en laberintos

de lágrimas. Nunca pedí ayuda, nunca pensé

en pedir ayuda.

A veces me quedaba entre bóvedas oscuras

preguntándome si mi cometido no estaba errado,

si quizás la oscuridad debía serme más útil

al segundo que la luz. O si quizás nunca debí

haber juntado ni estrellas ni flores, sino otra cosa

más útil, más útil como

el silencio.

Y nunca pedí ayuda.

Pero entonces llegaste tú justo

cuando yo inventaba una historia sola,

la recitaba en voz alta solo para mí. Entonces

tú te sentaste a mi lado, me escuchaste y me dijiste

constrúyelo.

Y yo con la impaciencia de tu mirada, como una

extraña invitación procuré construir la bóveda celeste

más colosal de todos los jardines

jamás ideados. Me ayudaste a despertar a mis estrellas,

avivar las flores y recoger sueños que se estaban

gastando en mi retina cuando yo prefería contar

historias tristes.

Y una vez

que la bóveda estuvo lista

vivimos allí jugando con estrellas y oyendo historias

y contando flores mientras

somos nosotros una estrellas más, y una flor más

de nuestra bóveda celeste.//

No comments: