Thursday, January 6, 2011

Tumbas y Carnavales


Ayudé a un hombre a escapar de su tumba

mientras a lo lejos el carnaval de la sordera

ardía su pira de incongruencias

y ya nadie abrazaba a nadie.

Al hombre le faltaba una oreja y su carne

medio gris, medio fangosa

lucía menos tétrica a la sombra lunar.

Y su esqueleto era adivinable en un entramado

de formas abruptas, ¿un infortunio?

Necesito reparar mi reloj, me dijo

su voz como ronroneo subterráneo y oscuro.

Necesito reparar mi reloj para que se detenga

en intervalos rápidos, pero nunca

nunca toque exactitudes.

Y eso a mí me sonó a un balbuceo barbárico,

porque

para mí el tiempo es

una estación inamovible e infinita.

¿Por qué reparar un reloj para mentir?

Entonces el hombre, reverencia presta

y tomando su sombrero

corrió al carnaval a mezclarse entre los

sinsabores de los tambores y el sol

mientras la gente ardía, volaba

y vomitaba conceptos prohibidos.


Y yo me quedé allí

esperando que otro hombre

tratara de escapar de su tumba

para ayudarlo a salir,

para que me diera algo en qué pensar

y luego verlo irse al carnaval.


Todos los muertos son iguales.//


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