Mundos terceros me preguntan por el rumbo
de ciertas cosas que en realidad
nunca percibí.
Gentes pequeñas quieren que les enseñe
esos trucos, esas preciadas disturbias
para conciliar el sueño.
¿Notas en mi rostro que no he dormido hoy?
He pedido a Dios tantas cosas, tantas
cosas que he dado por ciertas
en bóvedas celestes apartadas de mis cielos
chicos, como semillas, chicos, como palpitares.
Y han sido tantas que me avergüenzo de lo chica,
lo chica que me he vuelto bajo el sol
y en mi propia falsa presencia.
Pero aún así me llaman clarividente.
Tengo mi casa al borde de un risco,
colgando de un hilo, se mueve con el viento, por eso
sé adivinar en la ventisca las palabras de
consuelo de la vida aérea.
Que espere. Quisiera que en las cosas simples
viviera Dios como esperando
mi amor de vuelta, y nada más.
Que todo lo demás sea artificio humano, y esas palabras
falsa presencia, falsa prestancia.
¡Mundos terceros, aléjense de mis pupilas!,
que no soy princesa de mis propias palabras,
sino que ellas me lanzan a los caminos
buscando que cante. A veces aciertan
y eso por eso que ustedes me llaman
claridad.
A Dios pido su manifiesta sencillez
en esas cosas que nunca percibí
por estar despierta.//
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