Me muevo invariable, y lo sabes.
Sabes que levanto polvaredas en mil soplos
que doy a las cosas, no descanso sobre
mis palabras, sino que las hago flotar
o perecer.
Flotar o perecer.
Voy, voy, voy a oscuras sobre danzas que no entiendo,
me transformo en lo que no entiendo,
mudando mi piel y mis conceptos mientras baja el sol.
Me muevo inconstante, y lo sabes.
Gracias por no dejarme ir.
¿De qué manera me has atrapado?
Eres experto en atrapar el aire donde no reposa
la oscuridad. Cómo es que viste luz en mí,
pequeña rapsoda de poesía inútil.
Encendiste un candil sobre mi cabeza para seguirme.
Ataste flores a mi espalda que se hicieron parte de mi piel.
Alejaste con tus trucos el atardecer de mi
inconsistencia.
Gracias por no dejarme ir.
No entiendo de dónde cultivas paciencia.
Me dices, es el amor, pero mis ojos se pierden
en la infinitud.
¿Y cómo es que corriste más rápido que yo
para evitar que me fuera de bruces al suelo?
Y por más que abro mis ojos enormes los misterios
se guardan, se retraen, se encojen.
A nadie ya importan, me dices.
Y te respondo
Gracias por no dejarme ir.
Porque estuve tantas veces al filo
de dos mundos. Y en uno había gente
sin invitación esperando verme caer. Y llorar
para festejar mis lágrimas.
Y en otro eras tú cazando la única polilla
entre un océano de mariposas.
Y hasta allí llegué descalza.
Y allí me envolviste en fantasía
para habitar en este cautiverio feliz.
Gracias por nunca haberme dejado ir.//
1 comment:
De nada.
Kiss.
Post a Comment